Principio de jerarquia

Para que la credibilidad de todas las personas relacionadas en la clínica veterinaria sea fehaciente, es un esfuerzo de todo el equipo. Es necesario que rememos todos a una; auxiliares, veterinarias, recepcionistas, gerentes …. Para ello, tan importante es que la auxiliar de veterinaria tena el deseo de empoderarse y coger responsabilidad, como que el veterinario aprenda a delegar, trabajos que le roban tiempo innecesariamente, y lo haga con total confianza a sus compañeras.

si la situación es positiva, el triunfo es de todos, y nos acerca a aquella sensación tan maravillosa que se llama excelencia.

Los problemas son de todos

A mi parecer se requiere mucha más divulgación en gestión emocional, grandes dotes de comunicación y practicar la compasión, aunque a veces no te sientas comprendido. Pero lamentablemente por mucho esfuerzo que pongamos de nuestra parte, a veces es preciso mejor dar un paso al lado y poner esos límites de empatía, antes de que tu vocación se convierta en una condena y afecte más allá de tu vida profesional.

Por suerte, no todos los momentos que transitan por la clínica son duros o traumáticos.

¿ Sabemos escuchar ?

Generalmente todas las organizaciones y en particular las clínicas veterinarias hacemos Rounds o reuniones. En nuestro caso hacíamos reuniones fuera del horario laboral cada tres meses y un resumen semanal cada semana. Actualmente hacemos Rounds a diario y los equipos de trabajo en privado periódicamente. Aparte de estos rounds también nos juntamos para repasar temas o protocolos, que en el día a día se nos hace difícil de trabajar, por el poco tiempo que tenemos. La pregunta es obvia: ¿De dónde se saca el tiempo?

¿ Somos la raiz del problema ?

Una vez tomamos conciencia nos dimos cuenta de que tomar decisiones en conjunto nos traía más satisfacción, más equilibrio y nos liberaba, en este caso a los jefes, de ser los únicos responsables de una decisión acertada o equivocada.

No fue un proceso sencillo. Como os podéis imaginar el carrusel de emociones fue intenso, pero a la vez nos dio la oportunidad de conocernos en mucha más profundidad del que hasta el momento teníamos conocimiento. El primero que tuvo que responder a preguntas que hasta el momento no se habían planteado fue, en ese momento, un jefe que cargaba con la mochila de todas las decisiones.

¿ Sabemos cual es la realidad?

Ser feliz era y es nuestro propósito. Y particularmente no me conformo con intentarlo, porque si nos quedamos en el intento difícilmente lo llevaremos a cabo.

Porque, entonces, si no nos ha ido mal, ¿no estamos contentos? ¿Qué necesidad tenemos de cambiar nada si con unas píldoras de felicidad ya funcionará? ¿Como hago yo para cambiar esta actitud? ¿Como consigo que los de mi alrededor sean un poco más felices? ¿me conviene a mí que sean felices? ¿Afectará la economía de la empresa que sean felices?

Transformación organizacional

Recuerdo que cuando empezamos a preguntar a nuestros clientes cómo nos veían, una de las críticas que más nos sonrojó es que teníamos poca empatía con los clientes. Hay que decir que en esa época éramos un pequeño consultorio donde había muy poca distancia entre recepción y la sala de espera. De hecho, no había sala de espera sino unas cuantas sillas para que pudieran sentarse los clientes. En ese momento no le dimos importancia y pensábamos que el problema era no tener salas de espera.